miércoles, 4 de diciembre de 2013

VISITA A LA BIBLIOTECA DE BENALMÁDENA PUEBLO.


El pasado viernes 29 de noviembre, los alumnos de 3º ESO visitaron la biblioteca del pueblo. La actividad se enmarca dentro de las acciones encaminadas a la formación de usuarios del programa de "Apoyo a las bibliotecas escolares" del que participa el centro.

En concreto, Inés, la persona responsable de la biblioteca, nos enseñó cómo poder buscar los libros que queremos sacar de una biblioteca pública. Para ello, los alumnos accedieron a la base de datos de la Red de Bibliotecas Públicas de Andalucía.
Posteriormente los alumnos dieron un paseo por la localidad para tomar fotografías con las que harán un libro digital. 

 
NUEVAS ADQUISICIONES DE FONDOS.
La biblioteca cuenta desde esta semana con nuevos títulos de narrativa juvenil que hacen nuestra colección llegue ya a los 1900 ejemplares. Entre los libros que ya pueden ser prestados están "Dos velas para el diablo" y "El coleccionista de relojes extraordinarios" de Laura García Gallego, "El rostro de la sombra" de Alfredo Gómez Cerdá, "Las chicas de alambre" de Jordi Sierra i Fabra, "El secreto del hombre muerto" de Joan Manuel Gisbert y el libro en francés "On a volé Mona Lisa" de Cécile Talguen. Próximamente y gracias al esfuerzo que este año quiere hacer el centro se catalogarán nuevos fondos hasta superar los 2000 libros.

Esperamos que los disfrutéis. 

jueves, 7 de noviembre de 2013

A continuación tenemos un power point sobre  la tradición de la Santa Compaña,  el día de todos los Santos y la literatura romántica española. Lamentablemente no se puede ver como una presentación dinámica (puesto que blogger no lo permite) pero merece la pena leerlo en estos días que celebramos tanto otras tradiciones anglosajonas que han permeado nuestra cultura.

Cuentos de terror premiados en Halloween

A continuación incluimos dos cuentos de terror que también fueron premiados en el concurso de Halloween.


RUIDOS EN LA NOCHE

 

El pequeño Timmy vivía con sus padres y su hermanita en un antiguo caserón a las afueras. Siempre habían vivido ahí. Era una casa muy grande y lúgubre, pero a Timmy no le daba miedo. No era nada miedoso para tener siete años. Pero había una cosa, una sola cosa, que le aterrorizaba. Una muñeca que su hermana había encontrado algún tiempo atrás en un mercadillo y de la que se encaprichó.

 

Esta muñeca tenía un curioso mecanismo que hacía que moviera la boca cuando decía algunas frases grabadas, pero el altavoz hacía tiempo que se había estropeado. Así, cuando la niña presionaba el botón de su espalda, sólo se oía el entrechocar de los dientes:

Clac-Clac-Clac

Y esto era lo que aterrorizaba a Timmy. Cada tarde, desde su habitación, escuchaba a su hermanita jugando con la muñeca. La escuchaba hablando con ella, como si la entendiera, le preparaba comidas imaginarias y la vestía. Pero, por encima de todo el parloteo de la niña, Timmy escuchaba el incesante claqueteo de la muñeca:

Clac-Clac-Clac

 

Una noche, después de acostarse, Timmy se dio cuenta de que no podía dormir. Notaba algo raro, una extraña sensación que no le dejaba descansar. Aguzó el oído, esperando oír no sabía qué. Entonces, se le pusieron los pelos de punta al escuchar, en la habitación de su hermana, a la muñeca sonando:

Clac-Clac-Clac

Casi se desmayó del susto. Volvió a oír, pero esta vez no escuchó nada. Se habrá activado sola, tal vez por el calor, pensó. O quizás fueran imaginaciones suyas. Quién sabe. Después de todo era sólo una muñeca, ¿verdad?

Volvió a la cama, más tranquilo. Pero antes de poder siquiera cerrar los ojos, escuchó, esta vez en el pasillo:

Clac-Clac-Clac

 

Pegó un salto en la cama. ¿Se estaba volviendo loco?

Esta vez fue incapaz de levantarse. Se acurrucó en la cama, deseando que fuera sólo una pesadilla. En el pasillo, cada vez más cerca, se seguía oyendo:

Clac-Clac-Clac

Timmy se metió aún más hondo entre las sábanas. Aquello no podía estar pasando.

Clac-Clac-Clac

No podía ni respirar.

Clac-Clac-Clac

El sudor le caía a chorros por la frente.

Clac-Clac-Clac

El picaporte de su puerta empezó a girar. ¡No puede ser verdad!, se repetía Timmy una y otra vez.

Clac-Clac-Clac

¡Esto no puede estar pasando!

CLAC-CLAC-CLAC

Y la puerta finalmente se abrió...

Clac-Clac-Clac

                                                                                                          Guillermo Chicón Lorente, 2ºC



La casa del terror encantada

 

Eran las 21:00 de la noche, cuando los compañeros se reunieron en casa de  Jimmy. Habían concertado esa hora para disfrutar de Halloween en toda su plenitud, además de querer disfrutar de la casa del terror en Moneycity, una de las mejores del país. Algunos decían que algunas personas nunca salieron de ahí. Claro que los compañeros de Jimmy no eran muy supersticiosos, por lo que nunca se creían estas cosas. Estuvieron largo rato hablando sobre que hacer primero ya que, es evidente, esa casa estaba en un parque de atracciones, con lo que había muchas otras opciones para divertirse primero. Decidieron ir a la casa encantada al final, como un gran punto culminante del día, y así hicieron.

Después de divertirse en la mega montaña-rusa, empaparse en el paraíso acuático, reírse con los payasos y pasar vértigo en el tirachinas, entraron en  la casa del terror. Tuvieron suerte y fueron los últimos que pudieron entrar a la cola, porque era ya la hora límite y estaban a punto de cerrar.

Para pasar el rato charlaron y escucharon música, pero su nerviosismo iba en aumento, aunque bien lo ocultaran.

Entraron en la casa.

Al entrar, un hombre asustaba a los chicos que se acercaran, diciendo cosas terroríficas de la casa y contando leyendas (falsas, desde luego) de la casa.

Una vez pasaron al interior tras escuchar al hombre, llegaron a lo que suponían que era el sitio central de la casa del terror. Había cuatro pasillos, justo el número de compañeros que eran. Los chicos pensaron que sería casualidad, pero a cada pasillo lo acompañaba un cartel. En el 1º ponía:

 

Este pasillo es para los que no temen

a nada, ni siquiera a la furia de dios

 

El chico más rebelde, Alberto (cuyo nombre tiene un significado peculiar,

“el resplandor de la estirpe noble”) , proclamó con orgullo: “ Este cartel lo han hecho sin duda para mí”. Y se encaminó orgulloso hacia ese camino, ignorando las advertencias de sus amigos, y seguro de que así ganaría mas dignidad por parte de sus amigos

 

Después de que Alberto los dejara tirados, se dispusieron a leer el 2º cartel.

 

Este pasillo es para los que tengan

miedo de una cosa, pero la oculten

 

Inmediatamente corrió Bruno hacia ese pasillo para intentar que sus amigos no le preguntaran nada, y lo consiguió, dejando a los dos compañeros muy intrigados sobre esa extraña reacción.

 

Este pasillo es para todos los que tengan miedo de cosas comunes como asesinos, ladrones o animales peligrosos

 

Esta vez fue Sandra la que dirigió al pasillo con paso dudoso y titubeante, pensando si sería lo mejor, pero al final decidió entrar y luego pensarlo.

El pobre Jimmy se quedó sólo y asustado, pero vio el 4º y último cartel.

 

Este último pasillo es para todos los que

estén ahora mismo muy asustados

 

Viendo que ese era el último cartel y se correspondía a la perfección a su estado de ánimo, entró, aunque sólo dio unos pasos cuando oyó el grito desgarrador de Alberto gritando. Jimmy se asustó tanto que fue corriendo por el estrecho y sinuoso pasillo. Cuando dejó de correr por el cansancio escuchó como Bruno decía “no, por favor, eso lo odio, por favor, NOOO”

Esto bastó para que Jimmy corriera como alma que lleva el diablo, y, ya cerca del final, oyó a Sandra caer desde algún lado chillando como loca.

Cuando llegó al final, casi se le paró el corazón, al ver la suerte que corrieron sus desafortunados amigos.

Vio a Alberto crucificado, como le hicieron al hijo de Dios, Jesús.

También vio a Bruno con una aguja clavada en el que debía de haber un virus, ya que sospechaba que Bruno temía a las enfermedades

Por último, vio a Sandra y una piscina, en la que había un banco de pirañas. De Sandra sólo quedaron huesos y despojos.

Después de ver esto, Jimmy encontró la salida y fue corriendo hacia su casa.

Jimmy fue ingresado en un hospital para destraumatizarlo.

La casa del terror de Moneycity fue clausurada, aunque dicen que los espíritus de estos chicos vagan por las casas del terror, haciéndolas encantadas, sólo para vengar sus pobres almas.

FIN

Ignacio Morillas Rosell


domingo, 3 de noviembre de 2013

CELEBRACIÓN DE HALLOWEEN / DÍA DE TODOS LOS SANTOS


Diversas actividades tuvieron lugar en el instituto con motivo de la celebración del día 31 de octubre. En primer lugar y como viene siendo tradicional, en Inglés y Francés, se realizaron lecturas de relatos de terror. 
Para 3º  y 4º  ESO los relatos seleccionados por el departamento de inglés forman parte de la recopilación de relatos de misterio de Edgar Allan Poe, Tales of mystery and imagination (Oxford Bookworms) cuyos títulos son The black cat y The tell-tale heart. También se leyeron textos en clase sobre la procedencia de la tradición de celebrar Halloween en las distintos países de habla inglesa. En algunos grupos se tradujo la canción Thriller de Michael Jackson y vimos el video. Otros ejercicios de vocabulario y quizzes se llevaron a cabo en los cursos de 1º y 2º ESO.


En Lengua tuvieron lugar diversas actividades dependiendo del curso. 
Los cursos de 1º ESO están elaborando por clases libros de cuentos de terror escritos por los propios alumnos. 
En 2º ESO se realizó el I Concurso de Cuentos de Terror, en el que fueron ganadores Ignacio Morillas Rosell (2º A), Daniel Balbuena Silvestre (2º B), Guillermo Chicón Lorente (2º C) y Álvaro Dorado Navas (2º C). 

Los alumnos de 3º ESO grabaron un informativo especial “TeleHalloween”, que fue proyectado en todas las clases del centro a 3ª hora. En 4º de ESO se escuchó la lectura dramatizada de “El monte de las ánimas”, de Bécquer. 

Asimismo y, a tercera hora también después de verse “TeleHalloween”, un grupo de alumnos de 4º de ESO desfilaron por los pasillos recreando la procesión de las ánimas del purgatorio (“Santa Compaña”). Todos los alumnos del centro fueron dirigidos al patio donde Autana Arias, Sofía Beriol, Abril García, Sophie Harty, Elisa Onica y Sabina Parlattore escenificaron una coreografía musical disfrazadas de zombies.


A continuación, reproducimos uno de los cuentos ganadores del concurso realizado en 2º, “El libro”, de Álvaro Dorado.



 


El Libro





En aquella lluviosa tarde del 17 de octubre habían sucedido cosas extrañas. Un tipo, no muy alto, con pelo gris como ceniza y ojos cansados, me dio un libro con una especie de símbolo. Era exactamente igual que el que había en el cementerio del pueblo. Me dijo que si no quería que entrase en maldición, no lo abriera, que él estaba harto de seguir con ese peso, así que eso hice lo guardé en el baúl del sótano, en el que nadie mira.



Pero, la curiosidad me estaba matando, tenía que abrirlo. Esperé a que se hiciera de noche, cuando todos estuviesen dormidos, y me lo llevé a mi cuarto junto a una linterna para leerlo bajo la sábana. En la contraportada había una nota escrita a mano que decía:



``Si este libro osas leer, mucho interés has de tener, pues si lo comienzas a leer una oscura profecía no podrás detener’’



A mí me dio igual, iba a leerlo. Justo cuando lo abrí, la voz del mismo hombre que me lo dio susurró “No sabes lo que has hecho”. Desde ese momento sabía que me había metido en un lío de los gordos. Bueno no quiero desviarme demasiado. Sentí un ligero cosquilleo que recorría mi espalda, escuché unos ruidos que provenían de la calle: ¡eran gritos de mi vecino que contra su voluntad se estaba acercando a la carretera y un camión venia a mucha velocidad desde lejos! ¡Era como si unas cuerdas transparentes lo arrastraran!



De pronto, se paró en la carretera... mi vecino no podía moverse... era incapaz de mover absolutamente nada... solo la boca para que yo escuchase su sufrimiento y entonces... cerré los ojos y... sí, fue atropellado por el camión. En el camión se podía leer desde lejos: “Solo es el principio”.



El libro emitió una luz, lo abrí y pude ver que se acababa de escribir una oración. Esta decía lo siguiente:“Antes del día de Halloween debes traernos tres plantas del cementerio, los huesos de algún difunto que haya muerto en agonía, si lo haces te dejaremos con articulaciones de hierro, una máscara de metal por cara y cuerpo de titanio, si por lo contrario te niegas tu hermana, tu padre y tu madre enloquecerán y vagarán por la oscuridad después de que lo hayas presenciado irás tu” ¡Tenía que buscar al hombre que me dio el libro! Pero no tenía tiempo suficiente, en dos semanas no te vuelves a encontrar a un vagabundo que anda por la ciudad.



Al día siguiente me desperté. Pensé que todo había sido una pesadilla, pero no, el libro seguía ahí. Recordé los hechos sucedidos y me vestí para ir al instituto. Me llevé el libro. Por supuesto, no quería que nadie supiese esto. En ciencias se me ocurrió una idea buenísima, quemar el libro.



Cuando llegué a mi casa me aseguré que no había nadie en ella y me dirigí al salón (porque allí es donde tenemos la chimenea), lo quemé y el libro desapareció. Me olvidé del tema y pasé página, pero justo el día de Halloween, cuando me desperté, había un objeto en mi escritorio: el libro.



Llamé a mi hermana, pero no contestaba, me estaba empezando a plantear que lo que ponía en el libro era real y... cuando llegué al salón mi hermana estaba tumbada en el suelo con unas marcas en el cuello. Le tomé el pulso: estaba muerta. Miré por la ventana que, curiosamente, estaba abierta y presentaba unas huellas de botas sucias. Ya me imaginaba quién había sido; sabía que mi madre estaba bien, porque la escuchaba arriba en su cuarto terminando de ponerse el maquillaje, pero no sabía nada de mi padre, porque él siempre se va de casa temprano para ir a la oficina, en la ciudad.



De repente, escucho el teléfono fijo, número desconocido, cojo el teléfono, es la policía, dicen que un tal Steve Doug ha asesinado a mi padre, mientras caminaba hacia la oficina. En ese momento me vengo abajo, sé que la próxima será mi madre y después yo. Así que, corro hacia la segunda planta y entro en el cuarto de mi madre, suelto un alivio, porque aún sigue viva, pero, de repente, escucho un sonido abajo en la entrada. Están llamando al timbre, pero no voy a ir a abrir la puerta, porque dejaría a mi madre sola y no quiero que corra la misma suerte que mi padre y hermana. Luego noto que dejan de tocar la puerta y percibo un sonoro golpe, llamo a mi madre y le digo que se esconda en el baño, que han entrado en casa y están subiendo la escalera, abren la puerta del cuarto…



Y es él, el mismo vagabundo que me dio el libro. Cuando le pregunté que por qué hacía esto, me respondió que el libro está vinculado a una maldición que realizó un mago en la época medieval que consistía en que el primogénito de cada generación de la familia Doug se convertiría en un despiadado asesino en serie el día de Halloween. Cuando su abuelo pudo neutralizar la maldición con ese libro encerró el conjuro en él, pero abriendo la cinta que llevaba se desataba. Me lo dio a mí porque sabía que lo abriría; pero había algo que no sabía así que se lo pregunté: “¿Por qué a mi familia y a mí?” El vagabundo me contestó que porque yo era descendiente del mago y que debía morir por ello.



Me llevó al cementerio, por supuesto, yo intenté evitarlo, pero... tenía mucha más fuerza que yo. Me colocó y me anudó a una lápida en la que estaba escrito mi apellido y empezó a decir unas palabras muy raras como si estuviera realizando un conjuro. Después me explicó que yo vería morir a mi madre y seguidamente moriría yo, pero me dijo algo inaudito que, cuando yo muriese, el también lo haría pues no podía vivir con la conciencia tranquila al haber matado a personas inocentes. Antes de intentar llevar a cabo su macabro plan me dijo su nombre... Steve Doug...



Fin



(c) Álvaro Dorado Navas

lunes, 30 de septiembre de 2013

Ya se encuentra disponible en novedades de nuestra biblioteca los catálogos que anualmente envía Education First promocionando sus cursos de inmersión lingüística en distintas residencias tanto en Europa como en América.
Respecto a la  labor del equipo de apoyo se han colocado los carteles de señalización de los distintos armarios siguiendo la CDU. El equipo de profesores y profesoras encargados de la actualización de los usuarios en Abies están ultimando las últimas bajas y altas de alumnos y alumnas. 
Por otra parte se ha comenzado ya la labor de catalogación de los ejemplares más urgentes y se proseguirá durante el resto del curso priorizando los necesarios para uso inmediato en clase.

Hoy en nuestra página de efemérides Truman Capote (30/9/1924)


sábado, 28 de septiembre de 2013

Bienvenidos al curso 2013-2014

Un año más la Biblioteca Elvira Lindo del IES Benalmádena da la bienvenida a todos los alumnos que inician el curso en nuestro centro, a sus familias y a todos los componentes de la comunidad escolar.
Como cada año el trabajo ya ha comenzado en la biblioteca bajo la dirección de su coordinador, el profesor Clemente López Soler y con la colaboración de todo el centro y en especial del equipo de apoyo compuesto por los profesores/as Ana Belén García Albiach, Lourdes García Gallego, Ana María García Peña, Alicia Jurado Moreno, Susana Almadana, Natividad Martín Anaya, Josefa Martín Gaspar y Rafael Navarro Carrillo.
También contamos con un extenso equipo de apoyo formado por alumnos y alumnas del centro que están comprometidos con la biblioteca y a los que queremos mencionar porque realizan una labor de apoyo al trabajo de los profesores inestimable: Julia Aragón, Kensa Benslimane, Sabina Parlatore, Diana Berigüete, Erika Caballero, Guillermo Chicón, Álvaro Dorado, Ana María Espinosa, Lucía Fernández, Alexandra García, Eva Madrid, María Mármol, Paula Miguel, José Luis Vereda y Celia Moreno.
Ya se encuentra disponible el Plan Anual de Trabajo de la biblioteca en el que se especifican todos los objetivos de mejora para nuestra biblioteca.






martes, 25 de junio de 2013

Teatro fin de curso: "Parada hacia las estrellas"

El pasado viernes 21 de junio tuvo lugar en el centro una actividad de fin de curso realizada por los Departamentos de Lengua, Música y Plástica. Los alumnos de 2º B representaron ante sus compañeros la obra de teatro breve “Parada hacia las estrellas” escrita y dirigida por su tutor, el profesor Clemente Carlos López. La profesora Lourdes García realizó la confección de los escenarios con la colaboración de sus alumnos de Dibujo de 4º. El profesor Andrés Cansino hizo los montajes de las piezas musicales de la función y dirigió las coreografías. La profesora Rocío Rodríguez colaboró en la dirección escénica.
 
La historia transcurre en un bar de carretera de la Costa del Sol. A él acuden dos inglesas, una pareja de un pueblo de interior, dos camioneros y una abuela con su hija. De repente, los hombres de negro irrumpen en el local siguiendo las pistas de tres peligrosos delincuentes...
 
ALUMNOS PARTICIPANTES POR ORDEN DE INTERVENCIÓN:
Camarero 1, Miguel Albuera.
Camarera 2, Reham Kountich.
Camarera 3, María Lozano.
Inglesa 1,Marianne Bush.
Inglesa 2, Leanne Chambers.
Novio cateto, Alberto García.
Novia cateta, Mónica Martín.
Camionero 1, Borislav Dimitrov.
Camionero 2, Álvaro Lara.
Abuela, María Martínez.
Hija de la abuela, Estefanía Padilla.

Hombre de negro 1, Sergio Ramírez.
Hombre de negro 2, Javier González.
Ladrón extraterrestre 1, Luc Liger.
Ladrona extraterrestre 2, Lucía Díaz.
Ladrona extraterrestre 3, Andrea Iglesias.
AYUDANTES
Música y efectos especiales, María Mármol, Eva Madrid.
Iluminación, Álex Luna, Dunia González.
Cambios de decorado, Jack Smith, Francesca Harcourt, Luisa Carver.
Cambios de vestuario y maquillaje, Louisa Davis.

lunes, 27 de mayo de 2013

En esta entrada de blog vamos a incluir los textos íntegros de los relatos ganadores del V Certamen Literario. Recordamos que la alumna Sofía Arrebola de 1º ESO ha sido la ganadora del premio al primer ciclo con su relato La diosa Nala. La ganadora del premio al segundo ciclo es Marianna Panteleeva con su relato Un toque repentino.
 Esperamos que disfrutéis con la lectura de ambos relatos y os animéis en años posteriores a participar en el concurso.

La diosa Nala


Hace mucho tiempo, en la gran ciudad de Nazca, había una hermosa joven llamada Naga. Ella era la chica más inteligente y bella que nunca haya existido sobre la faz de la tierra. Era hija de un rico mercader y de una perfecta costurera.
-Madre - dijo un día la joven- ¿Podemos ir junto a Padre a la laguna?
-Me temo que tendrás que ir sola, Padre y yo tenemos que ir a una convención de costuras –contestó el afligido rostro dela costurera.
-De acuerdo, no me espere para comer –dijo la muchacha con una sonrisa.
Acto seguido salió por la puerta alegremente y sin preocupaciones sin saber lo que le depararía el futuro. Lo que más le gustaba a ella era ir a la laguna, sobre todo porque allí tenía a su mejor amigo: se llamaba Parvati. Aunque no me creáis era un bonito pato blanco con el pico azul. Era muy especial no solo por su colorido pico, sino que cuando te miraba, parecía que te hablase con sus marrones ojos.
-Buenos días patito –saludó Naga a su amigo.
-Cuac –contestó el pato como si quisiese devolverle el saludo.
-Realmente me encanta estar contigo –prosiguió Naga.
-Cuac –volvió a contestar el pato.
-Me lo tomaré como un “y yo también estar contigo” –Dijo Naga dulcemente mientras sonreía.
Paseaban juntos horas y horas desde que eran pequeños y se entendían perfectamente el uno al otro. Eran como hermanos. Cerca de la laguna había una bonita mansión blanca entera, exceptuando el tejado, que era de azul turquesa. En ella, vivía un señor mayor. En su juventud, había sido un gran pescador. Ahora pasaba todos los días en su caso o aseando por el parque.
-Parvati –dijo Naga parándose en seco.- ¿Qué crees que significa el “valor sentimental”?
-¿Cuac? –contestó el pato en tono ”¿qué?”
- Pues… -comenzó a relatar Naga- es que el otro día oía a Padre y Madre discutir. Estaban peleando por primera vez y decían constantemente algo de “valor sentimental”. No he logrado comprender a qué se referían.
De repente vio una sombra tras ella, era el hombre mayor de la mansión.
-¿Desahogándote con un pato? –preguntó el hombre con una voz calmada y ronca.
-Puede –contestó ella.
-Tranquila, no creo que sea de locos. Yo mismo lo hacía cuando tenía tu edad. Solo que era con un tigre de Bengala. – Dijo el hombre sonriendo.
-¿En serio?  Esto… no me gustaría ser maleducada pero… ¿cómo se llama y cuántos años tiene usted?
- Me llamo Brahma y tengo unos 2504 años para ser exactos.
-¿Eso es posible? –preguntó ella boquiabierta.
-Por supuesto que lo es –contestó el anciano-. Es posible si consigues la “vida eterna”.
-¿La vida eterna? –pregunto Naga intrigada.
-Si se consigue cuando… -justo cuando iba a contestar se calló de golpe y fue cojeando hacia la mansión.
-¡Espere! Todavía no me ha contestado –dijo Naga- Me da la impresión de que no nos lo quiere decir- le dijo a Parvati. Este la miró como respondiendo “totalmente de acuerdo contigo”.
Entonces se despidieron y Naga entró rápidamente en su casa. Frente a ella había un precioso vestido con joyas y diamantes incrustados. El vestido era blanco y amarillo. Naga no pudo resistirse y se lo probó mientras fantaseaba con lo del “valor sentimental”. Al poco tiempo la venció el cansancio y se quedó profundamente dormida en su cama con la única compañía de la oscura noche.
Ala mañana siguiente, los padres de Naga volvieron a casa con una sonrisa de oreja a oreja. Naga se despertó corriendo, se cambió y fue a recibirlos con unos fuertes abrazos.
-Naga, querida, tenemos buenas noticias para ti.- Dijo su madre mientras la abrazaba.
-¿Buenas noticias? – Preguntó ella curiosa.
-¿Te gustaría cuidar de alguien más, tú sola?- Preguntó su padre mientas se sentaba en una silla.
-¿Me vais a comprar una mascota? –Dijo ella muy entusiasmada.
-No exactamente. Nos hacemos mayores y pronto nos quedaremos solos. Por eso, nos gustaría adoptar un hijo.
La noticia le sentó muy extrañamente a Naga ,“¿un hermano?” pensaba una y otra vez “yo siempre he sido hija única y jamás me lo había planteado”. Esas palabras resonaban en la cabeza de Naga como un eco. Por la tarde, cuando iba de camino a visitar a su amigo Parvati, decidió tirar por otro camino. Se adentró en el pueblo Greemitch, uno de los lugares más destrozados y pobres debido a las guerras y asesinatos que el pueblo había soportado durante años. Mientras andaba, vio a un niño de unos once años que la veía con unos apenados y tristes ojos.
-Hola –dijo dirigiéndose al chico con la voz más dulce que pudo poner. - ¿Cómo te llamas?
-Ho… hola… me llamo Perseo –Dijo el niño inseguramente.
-Veo que estás solo –dijo ella tristemente.- ¿Te gustaría tener una hermana?
-Una… ¿hermana? ¡Claro que sí! –Dijo él llorando de la alegría.
-Pues entonces aquí me tienes. Me llamo Naga pero a partir de ahora me puedes llamar hermana.
Los dos conectaron de una forma impresionante. Fue verse el uno al otro y sentirse muy unidos. Naga llevó a Perseo a su casa y le dijo que la esperase allí un ratito que tenía que hacer una pequeña parada. En poco tiempo llegó a la laguna. Lo que se encontró no fue para nada normal: ante ella se encontraba el hombre mayor arrodillado frente al lado pronunciando lo que parecía ser una especie de conjuro.
-…levanta espíritu, levántate, que las cosas prestadas te las pienso devolver –pronunció Brahma.
Delante de él se alzó el cuerpo de una bella mujer con la piel del mismo color que la laguna de la que había aparecido y el pelo del color de los océanos.
-Decidme lo que queréis –dijo la penetrante voz de la mujer.
-Concededme un último deseo –pidió con desesperación el anciano.
-Decidme cuál.
-Por favor, indicadme el camino para llegar hasta el  tesoro de Hammurabi –Pidió casi de rodillas.
-Me pedís algo demasiado sencillo –dijo la mujer entregándole una especie de rollo. Justo después la mujer se desvaneció en el agua sigilosamente.
-¿El tesoro de Hammurabi? –Dijo susurrando Naga- ¿De verdad existirá?
Al llegar a casa presentó a Perseo  su nueva familia. Sus padres lo aceptaron encantados. A la hora de la cena, Naga fue a su cama antes de lo normal. La expresión de Naga preocupó a Perseo tanto que la siguió a su habitación.
-Estás pensativa ¿Te pasa algo? –Preguntó Perseo tímidamente.
-¿Qué? No no me pasa nada –Mintió Naga.
-¿Sabes algo? Cuando me sentía así mis padres me contaban historias de hace mucho tiempo.
-¿Historias? –Preguntó ella curiosamente.
-Sí. Me acuerdo de mi favorita. La del dios de la sabiduría: Hammurabi.
Al escuchar esto, Naga se puso muy atenta a lo que decía Perseo.
-¿Me la puedes contar por favor?
-Claro. Hace muchos años en un antiguo pueblo vivían tres hermanos. El mayor de los hermanos fue hacia el templo prohibido y deseó ser rico. Pero la avaricia acabó con él. El mediano de los hermanos siguió los pasos de su hermano pero deseó ser invencible. Pero la competitividad lo mató. El pequeño, que era el más listo, fue al templo prohibido y decidió ser invisible. Al hacer esto, ninguna fuerza de la naturaleza pudo matarle, por eso, se convirtió en dios de la sabiduría. Se dice que guarda un gran tesoro para la persona que lo merezca de verdad.
-y… ¿ese sitio existe realmente? –Preguntó Naga asombrada por la historia.
-Pues claro que sí. Mañana si quieres puedo guiarte hasta ese lugar si te interesa.
-Muchas gracias. Pero ya es tarda. Mejor que te acuestes ya.
-Pero yo quería dormir con alguien –Dijo Perseo con pucheritos adorables.
-Está bien… por esta noche vale –dijo Naga sonriendo.
Entrada la noche solo se oía el sonido del viento encontrándose con las ventanas. Perseo se había quedado dormido pero Naga estaba abrazándolo dulcemente. Ahora que sabía lo que era el calor de un hermano, era consciente de que había encontrado su “valor sentimental”. Sabía que era imposible reemplazarlo y que era lo más valioso para ella. También rondaban en su cabeza algunos pensamientos y dudas que no la dejaban tranquila “¿Para qué querrá un hombre tan rico como Brahma un tesoro?” se preguntaba una y otra vez. Tras mucho darle vueltas a sus preguntas, se quedó dormida escuchando el viento y a su hermano, quien le proporcionaba más seguridad que nunca.
A la mañana siguiente, Perseo y Naga se pusieron en marcha. Naga seguía a Perseo tranquilamente hasta que este se paró en seco.
-¿Qué pasa ¿ -preguntó ella.
-¿Qué hace un pato con el pico azul en medio de un camino desolado? –Respondió en forma de pregunta Perseo. -¡Es Parvati! –dijo ella felizmente mientas cogía en brazos al pato.
-¿Parvati?
-Sí. Lo siento no me he acordado de presentártelo. Es mi mejor pato-amigo del mundo –contestó Naga felizmente.
-Es monísimo –dijo Perseo mientras lo acariciaba suavemente.
-Cuac –respondió Parvati en tono amistoso.
Tras esto, se volvieron a poner en marcha. No habían andado mucho cuando se encontraron frente a un enorme templo decorado enteramente con oro.  En el exterior había millones de especies tropicales que hacían impresionante el paisaje. En la entrada había una estatua de unos cuatro metros de alto que representaba al dios Hammurabi cerca de una mujer que ya había visto antes Naga.
-Aquella… aquella mujer es la misma que estaba junto con Brahma en el lago.
-Se llama Killa. Según las leyendas es su esposa. –Respondió Perseo.
-¿Su esposa?
Justo cuando Naga iba a terminar la frase, apareció un hombre de la nada. Su aspecto era el mismo que tenía el dios Hammurabi en la entrada. Cuando habló, las sospechas fueron resueltas. Se encontraban ante el legendario dios de la sabiduría.
-Bienvenidos ¿quiénes sois y qué queréis? –Preguntó una profunda pero armoniosa voz.
- Me llamo Naga –respondió ella intentando parecer lo más segura posible. –Y me gustaría hablar contigo.
Tras explicarle lo que vio en la laguna, el dios se la quedó mirando mientras meditaba. El silencio era descomunal. Nada ni nadie hacía el más mínimo ruido. Tras pensarlo y meditarlo con calma, Hammurabi dijo:
-Ella era mi esposa. Mi ser más preciado. Pero no puedo reunirme con ella.
-¿Por qué ¿Digo, si tanto la ama… ¿Por qué no está usted con ella? –Preguntó Naga.
-¿Qué por qué? Pues por la sencilla razón de que tengo una obligación muy importante.
-¿Qué puede ser más importante que estar con un ser querido? –Preguntó Naga casi gritando.
-Este templo. –respondió con tono lúgubre el dios.
-¿Este templo? –repitió Naga incrédula.
-Sí. Yo estoy unido a este templo y mi deber es protegerlo. A no ser que alguien quiera ocupar mi cargo, no podré ser libre.
-¡Pero usted es el dios de la sabiduría! ¡ Debería saber cómo manejar esta situación! ¿Cómo quiere que me crea lo que me está contando?
El silencio que se hizo a continuación ganó por completo al de hacía unos minutos. Perseo los miraba a los dos una y otra vez hasta que por fin consiguió decir algo:
-Sé lo que es no poder estar junto a tu ser querido ¡Pero yo no soy como tú! –Gritó señalando al dios.- Yo nunca me he rendido ni he aceptado mi presente ¡Porque creía en un fututo!
-Perseo… -dijo conmovida Naga.
-Si de verdad lo que deseas es estar junto a tu esposa. ¡Estoy seguro de que lo habrías intentado! –Dijo él llorando- Eres un dios… tienes más posibilidades de conseguir lo que quieres… ¿Por qué no lo intentas?
- Tienes razón… siempre me he resignado con mi presente sin contar con el futuro… pero eso no quiere decir que no lo haya intentado… necesito a alguien que ocupe mi puesto.
-Yo lo haré.
Esa respuesta hizo girar todas las miradas hacia Naga, que estaba frente al dios con la mano levantada.
-¿Qué? –Preguntó Hammurabi boquiabierto.
-He dicho que yo lo haré. No me quedaré de brazos cruzados mientras alguien es infeliz y está sufriendo. Y mucho menos delante de mí.
-¿Estás segura? –Preguntó Hammurabi muy sorprendido.
-Hermanita no lo hagas. Por fin había encontrado una familia. No es justo. –Sollozó Perseo mientras agarraba con fuerza la mano de su hermana.
-Sin embargo… deberás proteger mi templo.- Intentó ayudar Hammurabi
-¿Yo sola?
-No . – Dijo mientras levantaba su mano derecha hacia arriba.
Una luz azul y cegadora inundó toda la estancia haciendo que todos tuvieran que taparse los ojos. Cuando la luz empezó a hacerse más débil, Perseo abrió los ojos mientras se sorprendía al ver lo que tenía delante.
-¿Naga? ¡Eres una mujer-serpiente! –Dijo él alucinando.
Y efectivamente, ante ellos estaba una mujer con la parte de la cintura para arriba humana y la parte de los pies con unas escamas de serpiente.
-Ahora eres una diosa y posees la vida eterna además de poderes incomparables al de los humano. Este es mi obsequio por haberme regalado la libertad. Y recuerda: estoy en deuda contigo.
Dicho esto Hammurabi se desvaneció en la nada, dejando a Naga, Parvati y Perseo solos en aquel enorme templo.
-Y ahora… ¿qué dirá madre cuando vea que su hija se ha convertido en una mujer-serpiente?
-¡Estás increíble hermanita! –Saltó Perseo sorprendido.
-¡Cuac! –Respondió Parvati.
-Pero… ¿Ya no estarás con nosotros nunca más? –Preguntó Perseo tristemente.
-Hermanito… No dejaré que eso pase. Digo yo que te mereces un puesto como “ayudante de diosa” –Contestó Naga riendo.
En un nuevo pero esta vez verde destello, apareció la misma mujer que Naga  había visto con Brahma la última vez. La mujer, con una brillante sonrisa, se acercó a ella.
-Te estaré eternamente agradecida –afirmó la mujer esta vez con una voz delicada y alegre.
-¿A mí? ¿Por qué?
-Simplemente porque has conseguido que mi amado y yo volvamos a estar juntos, como en los viejos tiempos por eso te concederé tu deseo más preciado: el de no alejarte de tus seres queridos.
En cuanto acabó la frase, un brillo dorado envolvió a Perseo y a Parvati. Lo siguiente que pasó dejó a Naga sorprendida: Perseo se convirtió en una luminosa espada con una empuñadura de oro y esmeraldas., Parvati sin embargo se convirtió en una especie de tocado de color violeta y naranja.
-¿Qué ha pasado? –Preguntó Naga dudosa.
 –Los he convertido en dos objetos que te serán muy útiles a partir de ahora. Tranquila, cuando quieras, volverán a su forma original, un chico de once años y un pato de pico azul turquesa. –Afirmó la mujer con toda la tranquilidad del mundo.
-¿Puedo saber cómo te llamas?
- Por supuesto. Me llamo Shipah, diosa al igual que tú a partir de ahora.
-¿Diosa? Todavía no me lo puedo creer.
-Suele pasar –respondió agradablemente Shipah.- De todos modos tu único deber ahora mismo es cuidar de nuestro templo. Este lugar ha sido muy importante para nosotros en los últimos milenios y te lo hemos confiado porque sabemos que lo harás muy bien.
-Pero un momento… ¿Y mis padres?
-No pasa nada, nosotros nos encargaremos de que no se preocupen.
-Pero prométeme una cosa.
-¿Cuál?
-Que cuidarás de ellos y los protegerás –Dijo Naga firmemente.
-Eso está hecho. Espero que cumplas con tu cargo tan bien como espero. Dijo Shipah antes de desaparecer en la nada.
Después de esto, Naga protegió el templo con todas su fuerzas una y otra vez y sin descanso. Sin embargo, nunca se arrepintió, porque sabía que había hecho feliz a mucha gente y Perseo y Parvati la protegían y apoyaban en todo el tiempo. Gracias a eso siguió adelante con todo  el coraje de una diosa. La diosa en la que se había convertido.

Un toque repentino.

El irritante ruido del despertador hostigó mi oído, haciendo desaparecer todo el bello y hermoso paisaje tropical malayo con el que estaba soñando mi mente.
“Oh, lunes no… por favor…”
Me revolví varias veces en mi cama, cubriéndome el rostro con las sábanas y hundiéndolo en la almohada con la escasa y patética esperanza de que esto pudiera salvarme de ira trabajar aquel día.
No os confundáis, adoro mi trabajo, pero odio los lunes. Son una malísima combinación.
Bostecé profundamente antes de incorporarme y sentarme en la cama, inclinándome hacia delante y apoyando los codos en las rodillas. Tenía la mirada  perdida, con ojeras, como si me hubiera pasado la noche en alguna que otra borrachera. Sin embargo, saqué de a saber dónde  fuerzas suficientes para levantarme completamente y bajar a la cocina. Preparé mi café de siempre, aunque con una cucharada extra de azúcar de la que suelo echar. Me di la vuelta y me apoyé en la encimera mientras tomaba el primer trago, no antes de soplar un poco por encima, claro; aún les tenía mucho aprecio a mis pupilas gustativas, y definitivamente no se merecían ser quemadas de un modo tan cruel como lo era beberme el café ardiendo. Justo segundo después de apartar la taza de la boca, escuché el sonido de unas pisadas bajando por las escaleras. “No, jolín…”, pensé de una forma casi inconsciente.
En aquellos momentos no me agradaba mucho ver a esa persona, pero tuve que mostrar la mayor educación posible con él, más que nada porque compartíamos la misma madre.
-Buenos días, hermanito. –le saludé de mala gana, volviendo a acercar la taza a la boca.
-Piérdete, Lukas. –Me atizó Emil con su ruda voz de siempre, mientras abría la nevera para buscar alguna que otra cosa de la que alimentarse; pedirme a mí que le preparase el desayuno era… “demasiado humillante” en su connotación.
No sé ni cómo pude contenerme para no lanzarle la taza con el líquido humeante a la cara, pero me ahorré cualquier comentario.
Pasamos un buen rato sin que ninguno de nosotros le dirigiera la palabra al otro, hasta que decidí despedirme de él, vestirme y dirigirme a mi lugar de trabajo. Naturalmente, solo obtuve un indiferente bufido a eso.
Decidí pasar un poco de él.
“Solo es un estúpido adolescente quinceañero”, me decía a mí mismo. “Ya crecerá.”
En el hospital Oslo Universitetssykehus, las cosas ocurrieron como de costumbre: corazones y más corazones, y es que eso es lo que tiene ser un cardiólogo. Te especializas exclusivamente en toquetear los pechos ajenos y escuchar los latidos a través del fonendoscopio, o, si tienes un poco más de aguante, como yo, y malgastaste un par de añitos más en la universidad, hay una posibilidad de que pases una hermosa experiencia abriendo las cajas torácicas de la gentuza y extirpándole algún tumor arterial.
En resumen, trabajaba de cirujano cardiovascular.
Aquella mañana, sin embargo, mi rutina de siempre dio un leve e inesperado giro. Mi primer ayudante de quirófano, el  Sr. Väinämöinen (o Tino; era un muchacho de confianza, nos llamábamos mutuamente por nuestros nombres) vino diciéndome no sé qué de que el director del hospital quería verme.
Para mí, y para todo el personal que oyó aquello, fue bastante sorprendente.
-¿A mí? –Volví a preguntárselo, incrédulo, incluso señalándome a mí mismo con el dedo.
-Así es… -Asintió el chico. Aunque su rostro aparentaba serio y sereno. Como de costumbre,  la ilusión y la curiosidad se reflejaban en su mirada.
El director era un pez bastante gordo, un tío ocupado, según los médicos que tenían lazos más cercanos con él. Nunca les prestaba atención a los “simples médicos”, como lo éramos  yo o mis compañeros; para él, carecíamos de toda importancia. Total, había MILES de cardiólogos en aquel hospital.
Pero me preguntaba por qué, según Tino, me había llamado especialmente a mí a su despacho. A ver si me habría metido en un lío o algo…
Comencé a perturbarme levemente.
-¿Pero estás seguro de que es a mí a quien quiere ver? –Suspiré con cierto agobio; ciertamente, sólo le había visto la cara al director una vez en mi vida.
-Q-quiero decir… N-no hice nada… -Empecé a tartamudear un poco, algo nervioso. Siempre me ponía así en este tipo de situaciones.
- Luk, sé lo que digo. –Me cortó el otro, mientras se llevaba una mano al bolsillo de su bata y sacaba una pequeña carta, que más bien tenía aspecto de notita. Me la tendió acto seguido, con el rostro claramente emocionado; por fin algo extraordinario ocurría en aquel hospital.
No dudé en arrebatarle la carta dominado por mi nerviosismo. La abrí rápidamente y le alisé las esquinas, ya que se había arrugado un poco en el bolsillo de Tino.
“Solicito la presentica de Lukas S. Bondevik  en mi despacho el día 08-04-12; 12:42 am.
Atentamente, el director
Rafael González
Tragué saliva con dificultad.
O me iban a echar del trabajo, o me iban a dar el Premio Nobel. No podía ser otra cosa.
Como ya solo faltaban un par de minutos para la hora nombrada, no dudé en emprender la marcha hacia su oficina, sabiendo que encima me costaría encontrarla.¡ Con lo enorme que era el hospital…!
Me despedí de mis compañeros, y literalmente, corrí por los pasillos con el fin de alcanzar cuanto antes mi  destino.
Tras estar dando varias veces las mismas vueltas, pude dar con su despacho. Me situé delante de la puerta, la típica puerta de madera amarillenta con una ventana medianamente trasparente que solo dejaba ver la silueta de las personas que se encontraban dentro de la sala.
Me tomé mi tiempo antes de agarrar y girar el pomo de la puerta, no antes de tragar un par de veces saliva  y rezar a Odín que POR FAVOR fuese la opción del Premio Nobel, y no la opuesta.
Mi trabajo lo era todo para mí. No tenía nada más en mi vida.
Abrí un milímetro la puerta, echando una fugaz ojeada por toda la sala. Era pequeña y oscura; el ambiente, incluso parecía tener cierto color rojizo debido al mismo color de las paredes, pensé.
Inmediatamente, olí el humo del tabaco. Esa era la señal de que allí estaba el pez gordo.
-Tú debes de ser Lukas… -El director, sentado en su escritorio con los pies en la mesa, se  retiró el cigarro de la boca para poder hablar con menos dificultad.- Llegas justo a tiempo.
Sin abrir mucho la puerta, me entremetí por el pequeño espacio que había entre ella y la pared. Volví a cerrarla, apoyando mi espalda en el marco y con los brazos tras ella; asimismo, agaché la cabeza, al no poder mantener mucho la mirada clavada en aquel hombre.
-…Señor… -Mascullé de un modo casi inaudible.
Acto seguido, escuché al Mayor soltar un pequeña risita. ¡Dios, mi comportamiento era extremadamente ridículo!
Rafael González era el director del Oslo Universiteitssykehus, uno de los hospitales más famosos del mundo. Un hombre de grandes riquezas, sin lugar a dudas, pero también de un carácter algo arrogante y presumido.
Como indicaba su nombre y apellido, no era nativo de tierras noruegas, sino que pertenecía al país insular del sureste Asiático ubicado en el Océano Pacífico: Filipinas.
En cuanto a su aspecto… Su grave y ciertamente temerosa voz no concordaba para nada con su edad real, ya que solo era un año mayor que yo. Sus cabellos, lisos y de un color castaño oscuro casi negro, estaban cortados por encima de los hombros, con varios mechones a modo de flequillo que caían por su frente. La tez era morena. Sus ojos, curiosamente, siempre cobraban una coloración rarísima, que parecía una mezcla de amarillo oscuro con marrón claro, tanto que aparentaban ser de color ámbar.
Toda aquella combinación, más la cara de pocos amigos que tenía, habría sido capaz de espantar a cualquiera. Realmente, no lo recordaba tan terrible.
No voy a negar que incluso consiguió asustarme a mí, pero tal fue el miedo que me metió que no podía hacer otra cosa que obedecer dócilmente a cada una de las palabras que salían de su boca.
El Sr. González echó un par de cenizas en el cenicero que estaba sobre la mesa, y acto seguido, quitó lentamente los pies de la mesa, levantándose a continuación.
-…Veo que los falsos rumores que circulan por ahí sobre mí llegaron hasta tus oídos, Lukas, -Escondió las manos tras la espalda, con el cigarrillo en una de ellas.
Por poco aguanté para no pegar un bote y darme un golpe contra la pared de atrás, pero sí que conseguí acorralarme en una esquinita.
Al parecer, al mayor no le agradó mucho mi reacción, ya que manifestó bastante bien su desagrado con una mueca en el rostro.
-Si  tienes tanto  miedo de mí… te aconsejo que atiendas a lo que te voy a decir.- Volvió a alejarse nuevamente para poder aproximarse a la ventana y entreabrir un poco las persianas con los dedos. A través de ellas, se veía el Departamento de Neurología, aunque yo ni siquiera había tenido oportunidad de entrar en él, a pesar de llevar tantos años trabajando allí. Al parecer y según lo que había oído, en su interior se realizaban experimentos que todo el Gobierno quería ocultar al resto de los países del Consejo Escandinavo, ya que los “rumores corren mucho” y en poco tiempo llegaría a Dinamarca, y si llegaba a Dinamarca, llegaría a toda la Unión Europea.
-Acércate.
Hice lo que me pidió, rígido, situándome a su lado y mirando a través de las persianas levemente levantadas.
-Llevas bastantes años trabajando aquí como para ya conocer las investigaciones que lleva a cabo el Departamento de Neurología.
Me extrañó bastante que me hablara de él, ya que mi especialización no se parecía ni de lejos a la de los que trabajaban en aquella sala.
-… No, señor… - Repliqué, tímidamente.
Tras eso, Rafael dejo cerrarse las persianas, desconcertándome un poco.
-Entonces, te lo resumiré como pueda. –Le dio la vuelta al sillón para sentarse en él y aspirar por última vez la nicotina del tabaco, acabando el cigarro y arrugándolo contra la base del cenicero.
Realmente me asusté. Principalmente, no entendía por qué yo. ¿Por qué  me iba a confesar a mí el director que siempre se esconde de la luz del sol en su despacho, los oscuros y extraños experimentos que realizaba aquel misterioso y oculto Departamento de? ¿ A MÍ, a un simple cardiólogo?
No comprendía nada de lo que estaba pasando, pero esperé que su historia me mostrase algún camino concreto en este confuso laberinto.
Asentí , en señal de que comenzara. […]