jueves, 7 de noviembre de 2013

Cuentos de terror premiados en Halloween

A continuación incluimos dos cuentos de terror que también fueron premiados en el concurso de Halloween.


RUIDOS EN LA NOCHE

 

El pequeño Timmy vivía con sus padres y su hermanita en un antiguo caserón a las afueras. Siempre habían vivido ahí. Era una casa muy grande y lúgubre, pero a Timmy no le daba miedo. No era nada miedoso para tener siete años. Pero había una cosa, una sola cosa, que le aterrorizaba. Una muñeca que su hermana había encontrado algún tiempo atrás en un mercadillo y de la que se encaprichó.

 

Esta muñeca tenía un curioso mecanismo que hacía que moviera la boca cuando decía algunas frases grabadas, pero el altavoz hacía tiempo que se había estropeado. Así, cuando la niña presionaba el botón de su espalda, sólo se oía el entrechocar de los dientes:

Clac-Clac-Clac

Y esto era lo que aterrorizaba a Timmy. Cada tarde, desde su habitación, escuchaba a su hermanita jugando con la muñeca. La escuchaba hablando con ella, como si la entendiera, le preparaba comidas imaginarias y la vestía. Pero, por encima de todo el parloteo de la niña, Timmy escuchaba el incesante claqueteo de la muñeca:

Clac-Clac-Clac

 

Una noche, después de acostarse, Timmy se dio cuenta de que no podía dormir. Notaba algo raro, una extraña sensación que no le dejaba descansar. Aguzó el oído, esperando oír no sabía qué. Entonces, se le pusieron los pelos de punta al escuchar, en la habitación de su hermana, a la muñeca sonando:

Clac-Clac-Clac

Casi se desmayó del susto. Volvió a oír, pero esta vez no escuchó nada. Se habrá activado sola, tal vez por el calor, pensó. O quizás fueran imaginaciones suyas. Quién sabe. Después de todo era sólo una muñeca, ¿verdad?

Volvió a la cama, más tranquilo. Pero antes de poder siquiera cerrar los ojos, escuchó, esta vez en el pasillo:

Clac-Clac-Clac

 

Pegó un salto en la cama. ¿Se estaba volviendo loco?

Esta vez fue incapaz de levantarse. Se acurrucó en la cama, deseando que fuera sólo una pesadilla. En el pasillo, cada vez más cerca, se seguía oyendo:

Clac-Clac-Clac

Timmy se metió aún más hondo entre las sábanas. Aquello no podía estar pasando.

Clac-Clac-Clac

No podía ni respirar.

Clac-Clac-Clac

El sudor le caía a chorros por la frente.

Clac-Clac-Clac

El picaporte de su puerta empezó a girar. ¡No puede ser verdad!, se repetía Timmy una y otra vez.

Clac-Clac-Clac

¡Esto no puede estar pasando!

CLAC-CLAC-CLAC

Y la puerta finalmente se abrió...

Clac-Clac-Clac

                                                                                                          Guillermo Chicón Lorente, 2ºC



La casa del terror encantada

 

Eran las 21:00 de la noche, cuando los compañeros se reunieron en casa de  Jimmy. Habían concertado esa hora para disfrutar de Halloween en toda su plenitud, además de querer disfrutar de la casa del terror en Moneycity, una de las mejores del país. Algunos decían que algunas personas nunca salieron de ahí. Claro que los compañeros de Jimmy no eran muy supersticiosos, por lo que nunca se creían estas cosas. Estuvieron largo rato hablando sobre que hacer primero ya que, es evidente, esa casa estaba en un parque de atracciones, con lo que había muchas otras opciones para divertirse primero. Decidieron ir a la casa encantada al final, como un gran punto culminante del día, y así hicieron.

Después de divertirse en la mega montaña-rusa, empaparse en el paraíso acuático, reírse con los payasos y pasar vértigo en el tirachinas, entraron en  la casa del terror. Tuvieron suerte y fueron los últimos que pudieron entrar a la cola, porque era ya la hora límite y estaban a punto de cerrar.

Para pasar el rato charlaron y escucharon música, pero su nerviosismo iba en aumento, aunque bien lo ocultaran.

Entraron en la casa.

Al entrar, un hombre asustaba a los chicos que se acercaran, diciendo cosas terroríficas de la casa y contando leyendas (falsas, desde luego) de la casa.

Una vez pasaron al interior tras escuchar al hombre, llegaron a lo que suponían que era el sitio central de la casa del terror. Había cuatro pasillos, justo el número de compañeros que eran. Los chicos pensaron que sería casualidad, pero a cada pasillo lo acompañaba un cartel. En el 1º ponía:

 

Este pasillo es para los que no temen

a nada, ni siquiera a la furia de dios

 

El chico más rebelde, Alberto (cuyo nombre tiene un significado peculiar,

“el resplandor de la estirpe noble”) , proclamó con orgullo: “ Este cartel lo han hecho sin duda para mí”. Y se encaminó orgulloso hacia ese camino, ignorando las advertencias de sus amigos, y seguro de que así ganaría mas dignidad por parte de sus amigos

 

Después de que Alberto los dejara tirados, se dispusieron a leer el 2º cartel.

 

Este pasillo es para los que tengan

miedo de una cosa, pero la oculten

 

Inmediatamente corrió Bruno hacia ese pasillo para intentar que sus amigos no le preguntaran nada, y lo consiguió, dejando a los dos compañeros muy intrigados sobre esa extraña reacción.

 

Este pasillo es para todos los que tengan miedo de cosas comunes como asesinos, ladrones o animales peligrosos

 

Esta vez fue Sandra la que dirigió al pasillo con paso dudoso y titubeante, pensando si sería lo mejor, pero al final decidió entrar y luego pensarlo.

El pobre Jimmy se quedó sólo y asustado, pero vio el 4º y último cartel.

 

Este último pasillo es para todos los que

estén ahora mismo muy asustados

 

Viendo que ese era el último cartel y se correspondía a la perfección a su estado de ánimo, entró, aunque sólo dio unos pasos cuando oyó el grito desgarrador de Alberto gritando. Jimmy se asustó tanto que fue corriendo por el estrecho y sinuoso pasillo. Cuando dejó de correr por el cansancio escuchó como Bruno decía “no, por favor, eso lo odio, por favor, NOOO”

Esto bastó para que Jimmy corriera como alma que lleva el diablo, y, ya cerca del final, oyó a Sandra caer desde algún lado chillando como loca.

Cuando llegó al final, casi se le paró el corazón, al ver la suerte que corrieron sus desafortunados amigos.

Vio a Alberto crucificado, como le hicieron al hijo de Dios, Jesús.

También vio a Bruno con una aguja clavada en el que debía de haber un virus, ya que sospechaba que Bruno temía a las enfermedades

Por último, vio a Sandra y una piscina, en la que había un banco de pirañas. De Sandra sólo quedaron huesos y despojos.

Después de ver esto, Jimmy encontró la salida y fue corriendo hacia su casa.

Jimmy fue ingresado en un hospital para destraumatizarlo.

La casa del terror de Moneycity fue clausurada, aunque dicen que los espíritus de estos chicos vagan por las casas del terror, haciéndolas encantadas, sólo para vengar sus pobres almas.

FIN

Ignacio Morillas Rosell


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